Nicole Sáez, militante demócrata cristiana, acompañó en un “puerta a puerta” a María Bernardita Soto, candidata a concejala de su partido por la comuna de Las Condes para las elecciones de este domingo. Contraviniendo claras instrucciones de la Contraloría, la alta funcionaria de gobierno no tuvo problemas para ocupar su horario del trabajo en la actividad proselitista.

 

El 3 de octubre fue un día inolvidable para María Bernardita Soto Sepúlveda. En su condición de candidata a concejala por la comuna de Las Condes, para las elecciones municipales de este domingo, se reunía en la estación Hernando de Magallanes del Metro capitalino con un grupo de amigos para iniciar un “puerta a puerta” proselitista por casas y departamentos del sector.

 

María Bernardita quiso inmortalizar ese momento: se hizo tomar una foto con su mejor cara de candidata, decidida a entregar sus mejores esfuerzos por el progreso de la comuna, y hasta envió un “twitter” relatando lo que se venía.

 

Lo grave es que, junto a ella, aparece también sonriente y pletórica de energías Nicole Sáez, Subsecretaria de Deportes de la cartera que encabeza Natalia Riffo, una de las ministras más desidiosas e ineptas de entre los incontables gabinetes que hemos conocido en estos 26 años de recuperada “democracia”.

Sáez, con un desparpajo sorprendente, se estaba metiendo olímpicamente al bolsillo el instructivo 008600, de fecha 3 de febrero de 2016, de la Contraloría General de la República, que se refiere a la absoluta prescindencia política que deben mantener los funcionarios de la administración del Estado.

Según el órgano Contralor, el artículo 19 de la ley No 18.575, señala que “el personal de la Administración del Estado estará impedido de realizar cualquier actividad política dentro de la Administración”.

Por lo tanto, el funcionario público, en el desempeño de su cargo, no puede realizar actividades ajenas al mismo, como son las de carácter político contingente, ni tampoco valerse de ese empleo para favorecer o perjudicar a determinada candidatura, tendencia o partido político.

Para que no queden dudas acerca de este instructivo, la Contraloría agrega:

“Del mismo modo, el No 4 del artículo 62 de la anotada ley No 18.575, advierte que contraviene especialmente la probidad administrativa el ejecutar actividades, ocupar tiempo de la jornada de trabajo o utilizar personal o recursos del organismo en beneficio propio o para fines ajenos a los institucionales”.

Tal cual.

Pero a pesar de este instructivo, la Subsecretaria no pudo restarse de esta actividad proselitista de una camarada de su partido. Al parecer, ella entendió que su condición de militante de la Democracia Cristiana estaba muy por encima de lo que son sus deberes como alta funcionaria pública del gobierno de Michelle Bachelet.

Ese 3 de octubre, día lunes para más señas, Nicole Sáez acompañó en forma entusiasta a María Bernardita Soto en ese “puerta a puerta” que le consumió al grupo buena parte de la mañana. En otras palabras, utilizó parte de su jornada laboral para una actividad política que claramente le está vedada.

“Acá no se puede decir que la Subsecretaria Sáez hizo uso de un día administrativo –señaló una fuente al interior del ministerio-, porque ella apareció en su oficina cerca del mediodía y el resto de la jornada lo trabajó en forma absolutamente normal. Por lo demás, el instructivo de la Contraloría es muy claro y tampoco da lugar a este tipo de excepciones”.

El hecho demuestra, una vez más, cómo nuestra desprestigiada clase política hace tabla rasa de todas las normas del decoro y las buenas maneras. Cómo sigue pensando que el aparato estatal es algo que les pertenece por derecho propio y casi divino. Un botín del que hay que sacar todo el provecho posible, sin molestas consideraciones morales mientras les dure la fiesta.

Sin embargo, esta historia no termina allí.

Ocurre que fue Nicole Sáez, precisamente, quien llevó a su camarada María Bernardita Soto a trabajar al ministerio. Y como la planta de funcionarios está definida por ley, y no había cupo para ella, hizo que la contratara el Instituto Nacional de Deportes, cometiendo una abierta irregularidad que en su momento fue denunciada por la Anfuchid (Asociación de Funcionarios del Instituto Nacional de Deportes), sin que a nadie en las esferas gubernamentales se le moviera un pelo.

Para decirlo claro: María Bernardita Soto trabaja para un organismo del Estado, pero le paga otro.

Otra “coincidencia”: María Bernardita Soto Sepúlveda, quien llegó al ministerio hace tres o cuatro meses, y durante todo este tiempo apareció en la página web como sin profesión, sólo como “egresada” de Ciencias Políticas, era la encargada de coordinar los planes comunales del deporte.

En otras palabras, la naturaleza de su trabajo en el ministerio la pone una alfombra roja a sus sueños de ser electa como concejala.

Por lo menos, María Bernardita, funcionaria “a contrata”, fue desvinculada en cuanto partió la campaña para las elecciones municipales. Sin embargo, si no resultara electa, sabe que cuenta con su fiel amiga para recuperar su cargo, por lo demás muy bien pagado.

Amparadas en una ministra que es un monumento a la nulidad, en un aparato gubernamental donde pareciera que cada uno hace lo que se le viene en gana, Nicole Sáez y su “ahijada” política Soto Sepúlveda miran el futuro llenas de optimismo.

Después de todo, ¿a quién le puede interesar la opinión del ciudadano común de este país cuando se trata de arreglarles la vida a los correligionarios?