El día 25 de marzo de 1911, a escasos días de la Primera Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, cerca de 120 mujeres trabajadoras de una fábrica de Nueva York -en su mayoría inmigrantes- iniciaron una huelga en la cual demandaban mejores condiciones laborales debido a las extensas jornadas que debían soportar, los bajos salarios y condiciones de hacinamiento e insalubridad en las que se encontraban. En el lugar se originó un incendio del cual las trabajadoras y trabajadores no pudieron escapar, ya que por orden de los dueños de la fábrica, y para evitar robos, las puertas se encontraban cerradas.

Históricamente, las mujeres hemos sido desplazadas y sometidas, teniendo que luchar por la restitución de nuestros derechos mínimos, arrebatados por la sociedad patriarcal. También hemos luchado por aquellos derechos que nunca nos han garantizado. Las mujeres hemos sido relegadas al ámbito privado, y nuestra labor remitida a tareas reproductivas y de cuidados, tareas invisibilizadas, no remuneradas, que han sustentado la economía del sistema capitalista, el mismo sistema que impone dicha división laboral basada en el género. Respecto al ámbito de “lo público”, este se ha consolidado como un espacio masculinizado: la toma de decisiones y la participación política como una facultad exclusiva de los hombres o un lugar donde los hombres gozan de una posición privilegiada.

Es evidente hoy en día que la precarización laboral afecta mayoritariamente a las mujeres, tal es el caso de las funcionarias que realizan labores de aseo en la institución en la modalidad de subcontratación; o el caso de las funcionarias y funcionarios a honorarios, los cuales cumpliendo similares funciones, se encuentran en una situación de precarización respecto a las otras calidades contractuales del empleo público.

El estado es uno de los espacios que las mujeres hemos tenido que disputar. Las trabajadoras del sector público nos hemos visto expuestas de manera reiterada a distintas formas de discriminación, como brechas salariales, situaciones de acoso y maltrato laboral, invisibilización, baja participación en puestos de toma de decisión y  las dificultades o la incompatibilidad de ejercer la maternidad con el trabajo remunerado.

 La lucha del feminismo es contra la precarización de la vida y se expresa de múltiples formas, buscando hacer de nuestras vidas, una vida digna.

Con la recién aprobada Ley que garantiza la paridad de género en el proceso constituyente venidero, las mujeres reafirmamos la consigna de que no existe un futuro sin nosotras, que nuestros trabajos sostienen la vida, y que a la segunda línea no volvemos nunca más.

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