Por: María Angata Veri Tahia Pengo Hare Koho

En una vecindad, muy, muy lejana, que está asentada en medio del desierto, que limita con las tierras de Atapahualpa y donde nace el cordón montañoso más imponente de la costa del país, vive un niño llamado Kiko, que tal cual en la serie mexicana de los 80, es mimado, mezquino, irrespetuoso con quienes considera la chusma y que cuando se le acaban los argumentos para convencer que sus propuestas de juego son más entretenidas y de mayor impacto, de manera prepotente, con amenazas de fiscalización intenta imponer sus ideas o termina, tal cual le aconseja su prima Popis, acusando a sus vecinos con su mamá.

Y es así que Doña Florinda, su mamá, quien dirige los destinos de la gran ciudad donde está ubicada la vecindad, envuelve en sus faldas al Kiko y haciendo gala de su rol de autoridad, mostrándose como una mujer fuerte, que pocos se atreven a discutirle o cuestionar, da de cachetadas, tal cual en la serie azteca daba a Don Ramón, a todos quienes saben que su hijo, por mucho que pretenda lo contrario sólo puede jugar con los tres niños que conviven con él en su casa y no con los que forman una comunidad distinta, por mucho que él los amenace con sumarios o con desalojos, con persecuciones, e incluso con la directa desacreditación y menosprecio a través de su conocida frase chusma, chusma …..

La comunidad que es consiente que no tiene vínculo alguno con Kiko, comprometida con su rol de inventar y ejecutar cuanto juego, carrera, competencia permita que mejore la calidad de vida de los demás, es irreverente, con convicciones claras, es a pesar de sus peleas y diferencias, un grupo cohesionado y por lo mismo muy tenaz, valiente y fuerte, que no está dispuesta a ser doblegado, a pesar de que cambiaron, muy posiblemente a solicitud del Kiko, al presidente de su junta de vecino subrogante por uno más condescendiente, temeroso y que se deja avasallar y manejar por este egoísta niño, con la excusa de un “trabajo coordinado y conjunto”, permitiendo por tanto que el chico de traje de marinero logre su deseo de tener el control de los hilos, y manejar a esta comunidad como títeres que se pueden desechar, sin tener las facultades que otorga la ley para acreditarlo como titiritero de los protagonistas de los juegos.

Por lo mismo, la comunidad de esta vecindad muy, muy lejana declara a viva voz, que no tiene miedo a que la amenacen con ser desalojada de su hogar, que no se atemorizará ya que está convencida que debe seguir trabajando a full por su hogar. Dará la lucha por defender a cada uno de sus vecinos, tengan o no tengan fuero.

Como buena vecina de Atahualpa, y honrando esa herencia que proviene de una gran gesta histórica militar de la Guerra del Pacífico, la comunidad, con valor, defenderá con fuerza el derecho a la dignidad, el respeto y seguir viviendo en su vecindad que por más de 10 años han construido. Sabe que no necesita llamar al Chapulín Colorado para que apoye la defensa.